viernes, 15 de marzo de 2013

"Habemus sententiam" de desahucios. "Habemus Papam"

En estos casos se demuestra la utilidad del latín para los que, en los años ochenta, estudiamos el bachillerato "mixto" (Latín y Matemáticas). Pese a lo arduo de aprender de memoria las declinaciones, queda la recompensa de que el latín no nos suene a arameo; y la ayuda de las raíces léxicas en las lenguas romances.

Tenemos/tienen Papa. Algo no muy trascendente si se considera que entre los mayores problemas del catolicismo están la alta jerarquía eclesiástica, en general, y las intrigas del poder vaticano, en particular. El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio ha elegido el nombre de Francisco I. Pese a quedar detrás de Ratzinger (Benedicto XVI, "Papa emérito") en el anterior Cónclave, no estaba en la lista de nombres papables.

Entre las características que se nos ofrecen del nuevo Papa (algunas de ellas contradictorias entre sí) está la de tratarse de un hombre culto; algo obvio e inherente a la formación jesuítica. También la de un cierto progresismo (aunque no apoya las corrientes progresistas), que en la Iglesia (Católica Apostólica Romana) oficial siempre es un valor relativo —al nuevo Papa se le atribuye la frase "movida del Diablo", calificando la ley argentina de matrimonio homosexual—. Y alguna acusación de condescendencia con la dictadura militar argentina (extremo éste desmentido por el Nobel de la Paz argentino Pérez Esquivel). También se añaden rasgos obligados para cualquier católico y/o cristiano, como su lucha contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción; geopolíticos, al ser el primer Papa sudamericano; y otros campechano-anecdóticos, como que se mueve en metro, cocina, no hace uso del coche oficial o paga personalmente las cuentas pendientes. Lo cierto es que el nuevo Papa no estaba (que sepamos) entre los candidatos de los movimientos ultracatólicos; lo cual no es garantía de no ser santo de su devoción, ni de no comulgar con ellos. El tiempo de su pontificado despejará las incógnitas.

El primer día de la nueva era papal coincide con la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre el proceso de desahucios español por impago hipotecario. Nada sorpresiva, pues contiene los elementos de la legislación española contrarios a la normativa comunitaria, sobre los que ya concluyó la Abogada General del TJUE hace meses. A saber: el régimen procesal español impide que el juez competente paralice cautelarmente el proceso de ejecución hipotecaria, si encuentra abusiva alguna de las cláusulas del contrato; con carácter previo a que el juez declare abusiva la cláusula contractual hipotecaria y, consecuentemente, la nulidad del procedimiento de ejecución.

Esta sentencia no ha sacado los colores a nuestros gobernantes y políticos. Están inmunizados y hace tiempo que perdieron la vergüenza. El ministro de Justicia y el presidente del Gobierno anuncian que cumplirán la sentencia y trasladarán su contenido a la legislación hipotecaria. Gracias. ¡Faltaría más! Preocupante es que la Asociación Española de Banca (AEB) encuentre "razonable" la sentencia; la explicación puede estar en que no ven peligrar sus privilegios hipotecarios: Rajoy ha anunciado que, despreciando al 1.402.854 ciudadanos firmantes de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contra los desahucios, no va a generalizar la dación en pago (entrega de la vivienda a cambio de la deuda hipotecaria).

Cuando en otros países europeos dimiten altos cargos y ministros por comportamientos inapropiados tales como plagiar tesis doctorales (hace lustros). Y dan con sus huesos en la cárcel por cargar el muerto de una infracción de tráfico a la excónyuge. Aquí ningún político asume su responsabilidad: política, no jurídica ni judicial. Aquí se indulta a políticos corruptos, empresarios homicidas de tráfico, policías torturadores, y grandes delincuentes económicos y financieros.

Como guinda, el PSOE autoriza una moción de censura en Ponferrada apoyada por el voto de un condenado por acoso sexual. No dimite nadie. El PP, haciendo gala de la falta de vergüenza comentada, le echa en cara semejante cagada, "olvidando" que ese acosador sexual pertenecía al PP cuando cometió el delito, y que nadie del partido le recriminó ni desautorizó (todo lo contrario).

Para acercar la realidad española al Vaticano, deberían decirle al nuevo Papa Francisco I que, en este Reino de este mundo, no dimite ni Dios. También debería dar gracias a Dios porque la sentencia del TJUE alivie el drama infame de los miles de desahucios pendientes (desgraciadamente no de los ya ejecutados) y pueda evitar nuevas muertes. Es de Justicia, divina y humana.

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