José Ignacio Goirigolzarri, el exejecutivo del BBVA de plan de pensiones multimillonario, preside BFA-Bankia desde mayo de 2012. Coincide con el paso, de la noche a la mañana, de los 309 millones de euros de beneficio reconocidos en febrero, por el hasta entonces presidente Rodrigo de Rato, a los 3.030 millones de euros de pérdidas en 2011 del banco de cajas.
Tras unos cuantos meses, un ERE de extinción de 4.500 puestos de trabajo y 22.424 millones de euros de ayudas públicas después, Goirigolzarri nos presenta los resultados de 2012. Sufrimos (el "Estado"), todos los ciudadanos que pagamos impuestos y no tenemos fortunas en paraísos fiscales, unas pérdidas de 19.056 millones de euros —los que no somos pequeños accionistas, bonistas ni preferentistas—. Pero el presidente de Bankia es optimista y, por la misma lógica que tuvimos que creernos a sus predecesores Miguel Blesa —"no hay burbuja inmobiliaria ni la habrá"—, y De Rato —"la salida a bolsa ha sido un éxito"; "obtuvimos beneficios en 2011"—, debemos creer a pies juntillas al primer ejecutivo del ave Fénix de las cenizas bankarias.
Goirigolzarri "espera" ganar 800 millones de euros este año. Después de que hemos rescatado y saneado la entidad, "en 2014 ó 2015 el Estado podrá vender acciones para recuperar la inversión". El presidente "cree" que el Estado ganará dinero con las ayudas a Bankia. Como no somos hombres de poca fe, el color rojo sangre de los números nos convence, y no necesitamos meter la mano en la herida como el apóstol Santo Tomás —no parece que lo tenga tan claro Bruselas—.
El caritativo presidente de Bankia informa de la adecuación de 18.000 hipotecas en 2012; de 3.000 daciones en pago; y la contribución con 1.000 pisos al fondo de alquiler social. Debemos darle mil gracias a este gran benefactor social. Con estos donativos, hechos con las ayudas de todos los ciudadanos, se da por satisfecho.
Pero una cosa es la caridad del dinero ajeno, y otra muy distinta tocar el bolsillo de los banqueros. De cambiar la ley hipotecaria para combatir los desahucios, nada de nada. No ve la necesidad de tocar la legislación y el sistema hipotecario "por un problema que afecta a un segmento acotado". Ese segmento acotado que echan a la calle a puntapiés. Ese segmento acotado de ciudadanos desesperados que se lanzan por la ventana ante un proceso que, irónica y trágicamente, se denomina "lanzamiento".
Goirigolzarri prefiere seguir administrando la compasión farisaica banquera, con absoluta discrecionalidad, que hacer las modificaciones legislativas necesarias para amparar a los desamparados hipotecados. La seguridad bancaria de la poltrona y la espada de Herodes, a la seguridad jurídica del pueblo humilde y de los ciudadanos empobrecidos por la propia especulación bancaria, inmobiliaria y financiera.
A Goirigolzarri le avala el dirigir un banco récord en pérdidas y en ayudas públicas, el cual le retribuye (le retribuimos) con 500.000 euros anuales de sueldo fijo. Y le ampara la ética de la beneficiencia, y la impunidad del poder económico y financiero que nos condena a ella. Seguro que el presidente de la CEOE Juan Rosell suscribe todas y cada una de sus palabras. Ambos son hombres de principios. Empecemos por los principios.
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