viernes, 17 de febrero de 2017
Ahora van a por los estibadores portuarios
Parece ser que, en España, todavía quedan trabajadores privilegiados. Esta especie en extinción se distingue por unas determinadas características, a cual más escandalosa e intolerable.
Su contrato es indefinido ("fijo"), y a jornada completa. Tienen por costumbre recibir el abono de sus nóminas, íntegro, una vez al mes. Su salario, sin llegar a alcanzar para muchos dispendios, puede calificarse como digno.
No realizan horas extraordinarias ilegales. Se respeta su horario, descanso entre jornadas y descanso semanal. Disfrutan íntegramente de sus vacaciones y permisos reglamentarios.
Estos trabajadores insolidarios alimentan uno de los cánceres del mercado de trabajo: la dualidad laboral. Gozan de ventajas de las que están excluidos el resto de trabajadores; convertidos, por imperativo legal, en parias.
Con el actual marco jurídico de relaciones laborales, adecuado convenientemente para fulminar derechos, solo queda identificar, estigmatizar y neutralizar a los colectivos privilegiados.
Y, en esta lucha sin cuartel, las fuerzas dominantes han encontrado un nuevo objetivo: los estibadores portuarios. "Los estibadores no pueden tener estos privilegios en el siglo XXI", dice la patronal. Se atreven a defender sus derechos, trabajados y sudados durante muchos años. Osan movilizarse, protestar, convocar una huelga y, además, provocando incomodidades y problemas de abastecimiento de mercancías. ¡Habrase visto!
La Unión Europea ordena liberalizar el sector de la estiba y desestiba de buques. Tenemos experiencia de lo bien que nos va con otros sectores estratégicos liberalizados: energía (electricidad y gas), comunicaciones, transporte. Teórica competencia, oligopolios de facto; con los que unos pocos privilegiados se hacen millonarios, en detrimento de los servicios públicos.
Los representantes de los trabajadores de la estiba denuncian que el decreto del Gobierno de Madrid va más allá del mandato de Bruselas. El colectivo de insolentes proletarios estibadores, con su afiliación sindical voluntaria, no tiene tanto poder como otros colectivos corporativistas, de colegiación obligatoria. Para estos colegiados la liberalización no ha ido tan lejos; pese a afectar, igualmente, a la libre competencia y a los consumidores y usuarios.
Toca, pues, la estiba. Un trabajo duro, penoso y peligroso. Un colectivo de trabajadores con conciencia de clase obrera y, para más inri, con un sindicato dispuesto a defender sus derechos.
Uno de los problemas es la dualidad laboral. La solución que nos dan es eliminarla. ¿Cómo?: pasando todos al colectivo mayoritario de parias laborales. Y manteniendo la dualidad social: una élite privilegiada, cada vez más rica; frente a una inmensa mayoría de pobres, con trabajo o sin él.
Vamos. Llegó la hora de los estibadores.
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