jueves, 31 de enero de 2013

Mal lavado de cara para las participaciones preferentes

Las participaciones preferentes son un producto bancario que inicialmente se comercializaba a grandes inversores, no a particulares. Pero las entidades financieras tenían que hacer caja, y vendieron a diestro y siniestro, sin ninguna ética ni pudor, un producto que ha estrangulado la ya maltrecha economía de muchas familias. Cuando menos, con la vista gorda de la administración y los organismos supervisores.

Los dos principales partidos políticos del arco parlamentario español (PP y PSOE) nos anuncian, a bombo y platillo, un acuerdo para "solucionar el problema" de las participaciones preferentes. Ese producto de riesgo que se vendía como un ahorro a plazo fijo, y que ha saqueado los ahorros de miles de familias; pensionistas, jubilados, trabajadores, desempleados; principalmente pequeños ahorradores. La mayoría, sin ningún tipo de conocimiento financiero. Muchos, confiados en los directores (y subordinados) de la oficina bancaria del barrio. Algunos, analfabetos.

Estamos acostumbrados a este tipo de anuncios, provenientes de la partidocracia bipartidista española. Desprecian al resto de partidos con representación parlamentaria, siempre amparándose en la mayoría que representan, y en la urgencia. Desprecian, en consecuencia, a todos los ciudadanos que no les han votado o han votado otras opciones políticas; eso sí, con absoluta legitimidad democrática. Patético fue el reproche del portavoz de CIU al del PP, echándole en cara haberlos dejado fuera del acuerdo; a ellos que fueron "los promotores".

Otras veces la mencionada urgencia lleva al habitual real decreto ley de partido único. Como el parche antidesahucios. Sin tocar la ley hipotecaria ni, por supuesto, la seguridad jurídica (tradúzcase por privilegios y liquidez) de la gran banca.

Si tan ejemplar fue la comercialización de las preferentes, como alegan algunas voces banqueras (y bancarias obedientes), y que hablamos de un sector minoritario engañado y estafado; plantéense la siguiente reflexión. ¿Por qué no hay concentraciones, manifestaciones y protestas de engañados por acciones de bolsa? La respuesta es obvia, por la comercialización indiscriminada, agresiva y con atajos ejecutada con las preferentes.

Por lo que ha transcendido del "histórico" acuerdo, por el que no paran de apuntarse tantos el gobierno (PP) y el principal partido de la oposición (PSOE), la solución pasa por un arbitraje (ya utilizado en los bancos de cajas gallegos, con muchas controversias); tutelado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Los agraciados que pasen la criba recuperarán el capital y los intereses, descontando el exceso de interés (respecto a la remuneración media de un depósito bancario). En el proceso, los afectados tendrán que acreditar que fueron engañados (que hubo "mala praxis"); lo cual no deja de ser un método perverso. Deberían ser las entidades financieras colocadoras las que demostraran que vendieron ética y legalmente el producto. Y con una garantía absoluta de que el juez-árbitro nunca sea parte (ni directa ni indirectamente). Sólo así no habrá dudas razonables de que se haga justicia.

Concluyendo. Un mal lavado de cara para la vergüenza de las preferentes. Aunque la suciedad no se note en la cara (ni se les caiga por ello) de los Botín, González, Goirigolzarri (y Blesa y Rato), y el resto de sus colegas banqueros.

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