jueves, 29 de noviembre de 2012

Terceiro, Blesa y Rato: últimos presidentes de Caja Madrid (Bankia)

El pasado 26 de noviembre se ha producido la dimisión en bloque del Consejo de Administración de Caja Madrid. Para los que no lo sabían o recordaban, dicho Consejo estaba (todavía) presidido por el insigne expresidente de Bankia, D. Rodrigo de Rato y Figaredo (ese gran gestor de Bankia, según sus colegas del Partido Popular). Este acto, por imperativo legal (que no ético), supone el fin de los 310 años de historia de la caja de ahorros; se inicia el camino a su conversión (junto con el resto de cajas de Bankia) en Fundación.

Jaime Terceiro Lomba fue presidente de Caja Madrid entre los años 1988 y 1996. Recientemente le ha sido otorgado el premio Rey Juan Carlos de Economía (por un jurado presidido por el gobernador del Banco de España). Nada que objetar a los méritos que haya podido acumular para dicho galardón, desde el punto de vista técnico, científico o académico. Sí tengo algo que decir (en primera persona) respecto a sus méritos profesionales en su etapa de presidente de la Caja madrileña.

Se dice que hizo de la Caja una de las más solventes. Y seguro que fue así, en el ámbito estrictamente bancario y financiero. Sin embargo, respecto a las relaciones laborales, recuerdo su mandato como una etapa nefasta; acercándose, quizá, la época de la gestación y constitución del engendro de banco de cajas llamado Bankia. Se permitieron atropellos laborales y jurídicos (no aplacados, todo hay que decirlo, por los sindicatos más representativos en la Entidad), tales como la supresión de departamentos informáticos porque al director de relaciones laborales le apetecía. En su etapa final se cumplió el hito histórico (único que recuerdo en los 30 años que trabajé en la Entidad) de retraso de varios días en el abono de salarios.

El concepto de directivo y dirigente en España no termina de asumir que la gestión de las empresas no pasa exclusivamente por conceptos económicos tales como economicidad, rentabilidad y productividad. El valor añadido de los recursos humanos queda recluido a los discursos. Un buen gestor económico que ejerce o tolera una política inadecuada hacia sus empleados, es un mal gestor, y en este caso un mal presidente.

Se queja el Sr. Terceiro del lastre que suponen los órganos de gobierno de las cajas. Pero él mismo se benefició y utilizó los poderes de dichos órganos (políticos y sindicales) para acceder y mantener su poltrona durante ocho largos años.

El sucesor de Terceiro en la presidencia de Caja Madrid, Miguel Blesa de la Parra, compareció el 27 de noviembre en la Comisión de investigación de "Bankia", en el Congreso de los Diputados. Podemos destacar su altanería y chulería en la sede parlamentaria, quizá fruto de su posición acomodada tras trece años de gestión (muy generosamente retribuida), blindada por el hormigón de la construcción y el clientelismo político y sindical. Quién le iba a decir al inspector de Hacienda lo de sí que iba a dar su amistad con el colega José María Aznar. Parece que D. Miguel es uno más que pasó por la Torre Caja Madrid, con una gestión fantástica y sin ninguna responsabilidad en su ruina final, rematada por su sucesor Rato.

Sermonea, con una gran cara, que la estafa de las participaciones preferentes se debe a que los españoles no nos leemos la letra pequeña. Que se lo diga a algún cliente invidente al que le vendieron este producto. O a los que les decían que invertían en un producto seguro a plazo fijo. O a los que "forzaban" los tests de riesgo; así nos enteramos de abuelos, muchos con la educación básica o (semi)analfabetos, que son perfectamente conocedores de las mecánicas de la Bolsa y la renta variable, deseosos de invertir los ahorros de toda su vida en un producto perpetuo y de riesgo. Miles de clientes engañados, abusando de su confianza y proximidad al director bancario de turno, de su oficina de toda la vida en el barrio.

Sobran los comentarios respecto a la normalidad que el exinspector de Hacienda atribuye a los apartamentos en Miami, y al vehículo de medio millón de euros. Con este razonamiento es lógico que volviera a soltar el rollo de que todos vivimos por encima de nuestras posibilidades; los bancos por encima de todos, por lo que se ve, siendo ahora rescatados y/o financiados con el dinero público (incluyendo el de las familias desahuciadas por esos mismos bancos). Que le pregunten a los trabajadores y trabajadoras de Bankia qué opinan. Ahora que se anuncian 6.000 nuevos despidos (a incrementar a los cerca de 4.000 del vigente ERE) y el cierre de 1.100 oficinas.

Los órganos gestores de las Cajas de ahorros no son los culpables, "per se", de su (casi) desaparición. La finalidad social que las Cajas ejercían a través de las Obras Sociales (sí, manifiestamente mejorables, pero sociales) estaba pervertida por haber sido los órganos ejecutores de la especulación financiero-inmobiliaria. Y con la vergonzosa y responsable inhibición de los organismos reguladores: gobernadores del Banco de España (BE) y presidentes de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Con la excusa de la despolitización y la profesionalización –¡qué gran gestión profesional la del político Rato en Bankia SA!– se han liquidado impunemente, con miles de millones de euros de dinero público de rescate.

La gran banca siempre se quejaba de que las cajas de ahorros actuaban como bancos pero sin revestir la forma de una SA (y era cierto). Ahora ya no se quejan. Han conseguido liquidar y apropiarse del sistema de Cajas, con la connivencia de la clase política; renunciando a la creación, con el dinero público de todos los ciudadanos, de una auténtica banca pública y social. Qué gran jugada. Qué gran expolio.

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