miércoles, 28 de septiembre de 2011

Defensa de la lengua catalana (por un madrileño de nacimiento)

He nacido en Madrid. Llegué a las Illes Balears en el año 1996. Antes de venir conocía que las Islas poseían una lengua propia (desde hace siglos), cooficial junto con el castellano –Constitución Española–. Lo he estudiado (desde los pocos meses de estar aquí), y tengo el orgullo y la satisfacción de haber obtenido un Certificado de catalán.

Y digo catalán no sólo porque lo ponga el certificado. También porque lo dice el Estatuto de Autonomía ("lengua propia de las Illes Balears"). Y porque el catalán, en su variedad de Las Illes, es el usado según el estándar del Institut d'Estudis Catalans, IEC, (Instituto de Estudios Catalanes), adaptado al marco dialectal por la sección filológica de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), el órgano consultivo del Govern Balear (Gobierno Balear). El catalán adopta en cada isla sus dialectos locales: mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterés.

Entiendo y vivo el conocer otra lengua como un enriquecimiento cultural. Como instrumento de integración social y reconocimiento del hecho diferencial socio-lingüístico.
Mis dos hijas son mallorquinas; hijas de padres castellanohablantes. Están en dos niveles educativos distintos: una en la ESO, y otra en Primaria.
Hasta ahora han estudiado en un modelo educativo 50% catalán/castellano. Entre las asignaturas impartidas en catalán están las Matemáticas y Conocimiento del Medio.
Dominan perfectamente el catalán y el castellano (además de estudiar inglés y alemán). Han obtenido siempre unas notas excelentes.

Las lenguas perviven no sólo por la transmisión oral, sino por el apoyo institucional y económico de los gobiernos y de los medios de comunicación y expresión –por ello, por ejemplo, el esperanto es una lengua minoritaria, y se han muerto tantos miles de lenguas y dialectos–.

Sirva este breve relato para reivindicar el enriquecimiento que supone el aprendizaje y uso de las lenguas del Estado.

En Catalunya, con la polémica causada por la interpretación que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) hace de una sentencia del Tribunal Supremo (TS), y la actitud del Partido Popular (PP) de Catalunya (y el "nacional"), el ambiente está caldeado.

En Balears tenemos la actitud y acciones políticas del PP balear contra el catalán. Una reciente sentencia del TSJ de Balears, favorable al uso del catalán en la Administración pública, ha sido interpretada por el PP de Bauzá como fruto de un "contexto" diferente (al actual).

Actitudes como las descritas solo pueden generar frustraciones, desilusiones y desafecciones.
Espero y confío que los políticos y los jueces sepan interpretar adecuadamente el nivel de normalización lingüística alcanzado socialmente, y que no se vea truncado y en retroceso por sus decisiones.

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