domingo, 28 de abril de 2013

Infames cifras de desempleo para un Gobierno infame

No hace falta un profundo análisis de las cifras de desempleo español, que recientemente conocimos (EPA primer trimestre de 2013), para sentir escalofríos. Se superan en más de doscientas mil personas los seis millones de parados. En el primer trimestre del año se han destruido 322.300 empleos (decremento de 235.300 personas activas en el último año). La tasa de desempleo (27,16% de la población activa), alcanza en los jóvenes (hasta 25 años de edad) el 57,2% (960.400 jóvenes); entre los 55 y los 59 años de edad hay 393.700 parados (20,84%); y 175.500 (19,26%) de más de 60 años. Un millón novecientos mil hogares tienen a todos los miembros de la familia en paro. Más de dos millones de desempleados lo son desde hace más de dos años (superado el plazo actual de duración máxima de dos años de la prestación por desempleo).

Cada vez que las cifras de desempleados nos golpean, y les pongo rostro, me vienen a la memoria las palabras del vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Esteban González Pons, pronunciadas en septiembre de 2011: "Aspiramos a crear 3,5 millones de empleos" (en esta legislatura); "somos especialistas en crear puestos de trabajo". Dueños y carceleros de sus propias mentiras, con las que nos apresan a los ciudadanos; estos especialistas reconocen que en la legislatura se destruirán un millón trescientos mil empleos.

También me vienen a la cabeza las sonrisas de la ministra de Empleo (?), Fátima Báñez, agradeciendo a la Vírgen del Rocío su ayuda para salir de la crisis: “De la Virgen del Rocío un capote siempre llega”. Ya sabemos que la culpa del aumento del desempleo no es de la ministra del ramo; ni de la Vírgen; ni del Gobierno del PP presidido por Rajoy. Es de Zapatero.

Los gobernantes y políticos conservadores nos piden que tengamos paciencia, que la reforma laboral ultraliberal dará sus frutos más pronto que tarde. La reforma laboral facilita y abarata el despido. En aras de la famosa flexibilidad de las relaciones laborales (flexibilidad para el patrono) y la eliminación del "miedo" a contratar del empresario español, se instaura y legitima el miedo en la parte más débil del contrato de trabajo: el asalariado. Se reducen y eliminan derechos, que costó décadas conseguir. Se individualizan y abaratan las relaciones laborales, porque eso de los derechos sindicales y laborales es de otra época, poco moderno y de rojos bolcheviques.

Cuando la economía genere empleo, dentro de no sabemos cuándo —seguramente en un tiempo lejano con estas políticas de estrangulamiento y recortes sociales y económicos—, el sistema garantista del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social español ya llevará años desmantelado. Es ingenuo pensar que todos los derechos arrancados volverán; y optimista creer que se repondrán algunos de ellos. Nos inyectan, con oportunista rapidez, el modelo de relaciones laborales anglosajón; pero con una economía en gran depresión. Ante este alucinógeno cancerígeno debemos pensar que nos administran una medicina que nos curará y vacunará y nos hará menos pobres y más felices.

La Encuesta de Población Activa (EPA) nos vuelve a decir que cada vez hay menos trabajo, y el que hay es peor en cantidad y en calidad. Como muestra, el dato de que aumentan el número de trabajadores "obligados" a hacer horas extraordinarias sin cobrar. Recuerden: el miedo. El miedo es un mal consejero cuando, si además del vaciamiento de derechos laborales y sociales, toleramos y no denunciamos las prácticas abusivas e ilegales. El miedo es libre; y el hambre y la intemperie, impuestas como disciplina y castigo. Mano de obra bajo la disciplina del miedo.

Ante una cifras infames de desempleo, cabe concluir que tenemos unos gobernantes infames. Infames por mentir para conseguir el poder; infames por las políticas que ejecutan, propias o dictadas desde los poderes económicos y financieros. Unas políticas que responden a un claro objetivo ideológico: el aniquilamiento de los derechos sociales y laborales para imponer un Estado mercantil de derecho.

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