martes, 26 de marzo de 2013

Muérase antes de cobrar la pensión

El ministro japonés de finanzas (y viceprimer ministro), llamado Taro Aso, ha pedido a sus compatriotas ancianos que se den prisa en morir. Él mismo debería haberse hecho el haraquiri inmediatamente después, pues el mozuelo cuenta con setenta y dos años a sus espaldas. Protector de las cuentas del Estado, Aso ha encontrado un sistema rápido y efectivo para ahorrar dinero en la atención médica a mayores.

En España somos más sutiles y celosos de la legalidad, por lo que los ahorros y recortes los sufrimos en sádicas dosis, no siempre en silencio; siendo torturados con inyecciones intravenosas de reales decretos leyes, con efectos secundarios nocivos a corto y a muy largo plazo. Modificaciones legislativas en los últimos meses que se aproximan a la treintena, en las áreas del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. La ministra de Empleo Fátima Báñez, se encomienda a la Vírgen del Rocío y propone, el Gobierno de Rajoy dispone; los ciudadanos pagamos.

Supongamos un trabajador que quiera jubilarse el 1 de enero de 2027, con la pensión contributiva íntegra (régimen general de la Seguridad Social), a la edad de 67 años. No alcanza los 38 años y seis meses de cotización. Debe haber cotizado, ininterrumpidamente, a partir de los 29 años de edad, desde 1989.

Supongamos otra cotizante que comenzó a trabajar a los 16 años de edad —hoy en día casi ciencia ficción—, edad mínima establecida en el Estatuto de los Trabajadores (con autorización de los padres o tutores). Se jubila, con la pensión íntegra, a los 65 años. Habrá cotizado 49 años. Un servidor, que empezó a trabajar a los 17 años de edad (allá por 1982); suponiendo una cotización igualmente continuada (que es mucho suponer, tal y como están las cosas); me jubilaría en el año 2030, con 65 años, después de haber cotizado 48 años a la Seguridad Social.

El mensaje engañoso que nos transmiten es que es inviable mantener un sistema de pensiones públicas con menos de dos cotizantes activos por cada pasivo. Hace décadas que nos anuncian la quiebra de la Seguridad Social. Décadas de incentivar los sistemas privados de capitalización de pensiones, y de tirar por tierra el sistema público y solidario de reparto. El negocio bancario y parabancario manda. Y qué mejor momento que éste de crisis económica, para pisar el acelerador y alejarse lo más posible de un sistema público de pensiones dignas.

También nos recuerdan que cada vez vivimos más tiempo. Ya hemos importado el invento alemán del "envejecimiento activo". Concepto que esconde las miserias de ancianos que se ven obligados a seguir trabajando (frecuentemente en dinero negro) para complementar su paupérrima pensión. Morir trabajando; porque lo que no cuentan es que vivir más años no significa llegar al final de nuestros días en óptimas condiciones psicofísicas; es más, en las cuatro últimas décadas las estadísticas dicen que la esperanza de vida se concentra en las rentas más altas.

Este mensaje "ortodoxo" es apoyado por los economistas neo/ultra/liberales y sus correspondientes medios de comunicación y persuasión. Algunos de ellos con relaciones de interés con centros educativos y de negocios de la misma ideología económica; o instituciones respaldadas por intereses bancarios y financieros.

No nos cuentan el efecto compensatorio futuro del gasto sobre el Producto Interior Bruto (PIB), generado por el incremento de la productividad —algunos de los citados sujetos lo minimizan y relativizan—. Ni la falta de acciones para reforzar la participación de la mujer en el mercado laboral; participación que depende y está relacionada con otro pilar importante: el incremento de la función pública y de los servicios públicos y sociales —se hace todo lo contrario, recortar y reducir—. Parámetros en los que estamos muy por debajo de los países de la UE-15, y cuya mejora aumentaría de forma considerable la recaudación de la caja social. Sin olvidar la necesaria corrección de las desigualdades de financiación del sistema y de esperanza de vida entre las rentas superiores y las inferiores. —Entre otros, léase el artículo del profesor Vicenç Navarro "Las pensiones no están en peligro", en www.vnavarro.org—.

La receta de la "troika" nos la meten con aceite de ricino. Menos prestaciones sociales; de menor cantidad; más caras; más difíciles de conseguir y, de acceder a ellas, mucho más tarde. Si su esperanza de vida se lo permite, hágale un favor al Estado: muérase antes de cobrar la pensión. Gracias.

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