domingo, 13 de mayo de 2012

Rodrigo de Rato, El Breve

Tuvo el honor de ostentar la cartera de Economía, en el gobierno de José María Aznar (1996-2004), en el que, junto con la ayuda de sus fieles pupilos Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, se ocupó de inflar convenientemente la burbuja inmobiliaria (aquella que los banqueros, inmobiliarias y especuladores decían que no existía ni existiría).

En la pugna por la candidatura a la presidencia del Gobierno, allá por 2003, el César Aznar tocó con su dedo sucesorio a Mariano Rajoy. Como premio de consolación, había que buscarle una digna y muy bien retribuida salida.

En el año 2004 movilizó a la diplomacia y al gobierno español (presidido por Zapatero) para conseguir su puesto de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Con un compromiso de seis años, dejó a todos con un palmo de narices, marchándose a mitad de mandato.

Don Rodrigo de Rato Figaredo, el Doctor tesinando de sí mismo, volvió a su patria. Y coqueteó en la banca, con puestos en los bancos de Santander y en Lazard.

Le gustó lo de jugar a ser banquero. Y le buscaron una poltrona en la presidencia de Caja Madrid (hace poco más de dos años), tras una encarnizada batalla librada contra el presidente a derribar, el amigo de Aznar, Miguel Blesa. Para ello contó con la inestimable ayuda (a regañadientes) de Doña Esperanza Aguirre, cansada de que Blesa no hiciera lo que ella quería en su Caja y su Comunidad de Madrid.

Bajo su presidencia se creó un engendro bancario, utilizando la modalidad financiera de Sistema Institucional de Protección (SIP), fusionando siete cajas de ahorros; un banco de cajas, liderado por Caja Madrid y Bancaja –mucho ladrillo para tan pocos hombros–: el bebé se llamó SIP Júpiter. Posteriormente se rebautizó como Banco Financiero y de Ahorros (BFA), banco malo y matriz de la hermana melliza que se inscribiría como Bankia.

Para esta operación el Estado inyectó un "préstamo" de 4.465 millones de euros de dinero público. Se cerraron cientos de oficinas, y se autorizó un ERE de 4.000 despidos.

Ahora, para no intervenir directamente Bankia, asistimos a otra prestidigitación financiera. Se "estataliza" el banco matriz, BFA, convirtiéndonos todos los ciudadanos en accionistas de los 4.465 millones de euros del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, FROB-1, (ya sabemos, aquel dinero que era un préstamo que había que devolver con intereses). Y hay que inyectar más euros de las arcas públicas, no se sabe cuántos; se habla de unas cifras de vértigo que van desde los 7.000 a los 15.000 millones de euros. Por supuesto, sin emplear esa falsa nacionalización en crear un Banco Público y Social, que eso los señores grandes banqueros (Botín, González, Fainé) no lo toleran; se quedarían sin el reparto de su trozo del pastel, y a muy buen precio (público).

Sin depurar las responsabilidades del anterior presidente Blesa y sus directivos y ejecutivos (de los cuales muchos continuaron, y otros se han ido con indemnizaciones y pensiones millonarias), y sin ninguna intención de ventilar las de Rato y su equipo ¿saliente?, ni del resto de los gestores (políticos o no) que han herido de muerte a las cajas de ahorros (luego rematadas en el Parlamento); sustituye a Rato el exejecutivo del BBVA, José Ignacio Goirigolzarri, el del plan de pensiones multimillonario, que parece se aburría mucho en su despido/jubilación de oro.

Y nos pretenden vender que Rato lo ha hecho muy bien. Que al pobre le han engañado el (inexplicablemente todavía) presidente de Bancaja y expresidente de Banco de Valencia, José Luis Olivas, con la ayuda del Banco de España (se supone que supervisor), escondiendo los ladrillos levantinos debajo de la alfombra de la Torre Caja Madrid. Que la responsabilidad es de Zapatero y su gobernador saliente del BE –que también–, Fernández Ordóñez.

Incluso la presidenta de la Comunidad de Madrid, y su vicepresidente, se unen a sus coros peperos. Cuando, por imperativo legal (Estatutos de Caja Madrid), a través de su Consejería de Economía (¿no tiene nada que contar Antonio Beteta, el anticafelito?), tiene el deber de fiscalizar a la Caja de Ahorros.

Nos vienen con esas, después de más de tres lustros de capitanear el poder y el reparto de poltronas en Caja Madrid. Con la ayuda, todo hay que decirlo, de algunos partidos, y de algunos sindicatos.

Muchos ánimos a todos mis excompañeros de Caja Madrid, ante los durísimos tiempos que tendrán que vivir.

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